El comedor de hachís – Vida y obra de Fitz Hugh Ludlow (II)
J. C. Ruiz Franco
Libro sobre
el comedor de hachís
Todas las entregas sobre Ludlow:
Esa misma conversión después de una vida
disipada la había experimentado su padre, Daniel Gilbert Ludlow, abuelo
de nuestro protagonista, quien en su juventud consumía grandes
cantidades de licor y pecaba de otros excesos; y en cambio en su madurez
fue considerado un excelente cristiano, además de uno de los pioneros
del movimiento de abstinencia del alcohol, antes de la creación de la
American Temperance Society. Como ya veremos, esta contradicción
también estuvo presente en ciertos momentos en Fitz Hugh, muy influido
por su padre desde la infancia. Varias anécdotas ilustran este punto: el
joven arengaba a sus compañeros de escuela al estilo retórico de su
padre, dirigiendo invectivas contra los partidarios de la esclavitud y
los consumidores de licor (lo cual le valió más de una paliza, dicho sea
de paso). En claro contraste con su deseo de pasar por predicador, la
familia siempre contaba una pequeña historia para explicar su
inclinación por las drogas: con dos años trepó a la mesa y comió una
gran cantidad de pimienta cayena (pimienta roja o chile en polvo, muy
picante) del recipiente espolvoreador.
Poco después de nacer Fitz Hugh, la
familia se trasladó a Poughkeepsie, localidad del estado de Nueva York
donde transcurrió la infancia de nuestro amigo. El padre le educó en
casa y le enseñó los clásicos griegos y latinos en su lengua original.
Se sabe poco de esta etapa de su vida, y lo que nos ha llegado es
gracias a los comentarios de sus propias obras y a las cartas que se
conservan de la familia. Era muy pequeño cuando comenzaron sus problemas
médicos, que aparecerían de forma intermitente durante toda su vida. Su
debilidad física y mala salud pronto le apartó de las actividades
habituales en los niños y se refugió en los libros. Con doce años se le
detectó una fuerte miopía y le pusieron gafas, lo cual le separó aún más
de los otros chicos, que se reían de su apariencia. Ya en el colegio dio
muestras de su gran talento para la literatura, y con once años escribía
poemas que parecían compuestos por un adulto. Se le daban bien todas las
asignaturas, excepto las matemáticas, por las que sentía cierta
aversión. Antes de comenzar los estudios universitarios había leído los
clásicos griegos y latinos conocidos en su lengua original, y era uno de
los favoritos de los profesores por sus dotes artísticas.
La madre, Abigail Woolsey Wells, ejerció
mucha menos influencia en el niño y murió cuando él tenía trece años a
causa de una larga dolencia pulmonar, probablemente tuberculosis. Dave
Gross, biógrafo de Ludlow, comenta que haber visto a su madre sufrir
durante tanto tiempo pudo llevarle a obsesionarse con la condición
mortal de la humanidad, tema frecuente en sus escritos.
El padre de Fitz Hugh volvió a casarse
veinte meses después de la muerte de su esposa. Su nueva mujer se
llamaba Marie Tappen, de treinta y tres años, veinte menos que Henry. El
anuncio del enlace no fue del agrado del niño, y en este momento inició
una etapa de comportamiento rebelde que le llevó a cambiar varias veces
de colegio. Justo antes de la boda su conducta pareció normalizarse y
publicó su primer poema, “Truth on his travels” (“La verdad en sus
viajes”) en el College Hill Mercury, una revista estudiantil del
colegio de Poughkeepsie, el 30 de diciembre de 1850. A partir de los
catorce años, y hasta que comenzó sus estudios universitarios, estudió
en el Seminario Burr, de Vermont.
En el año 1853 es cuando comienza de
verdad nuestra historia. Con diecisiete años, poco antes de iniciar sus
estudios superiores, impulsado por el interés que mostraba por la
medicina —a la que se sentía inclinado por su carácter hipocondríaco—,
se hizo amigo del boticario de su ciudad —un tal Mr. Anderson—, un
acontecimiento que decidiría su destino. El enfermizo joven pronto probó
casi todo lo que había en la rebotica, lo cual le permitió experimentar
con una amplia variedad de sustancias. Él mismo escribió años después
que su propósito era la investigación y no el placer, por lo cual no
adquirió hábito alguno. Cuando había probado todas las drogas
disponibles, abandonó sus ensayos. No obstante, una mañana de la
primavera de 1854 entró en el establecimiento para hacer su visita
diaria y pudo ver que Mr. Anderson había adquirido varias sustancias
nuevas, entre ellas una etiquetada como Cannabis Indica, que el
boticario describió como una preparación de una hierba de la India,
indicada para casos de tétanos. El joven pudo observar un extracto de
color marrón verdoso y olor aromático, y al intentar coger un poco su
amigo se lo impidió diciéndole a gritos que era un veneno mortal. Pero
Ludlow era ya un voraz lector, así que se dirigió a la biblioteca de la
botica para consultar un libro recientemente publicado —Chemistry of
Common Life, de James Johnston— y saber si era verdad lo que su
amigo decía sobre esta droga desconocida para él.
(Continuará)
Bibliografía:
Ludlow, Fitz Hugh, The hasheesch eater: Being passages from the life
of a pithagorean. Harper & Brothers. New York, 1857.
Dulchinos, Donald P., Pioneer of Inner Space. The Life of Fitz Hugh
Ludlow, Hasheesh Eater. Autonomedia. New York, 1998.
Gross, Dave, “A Brief Biography of Fitz Hugh Ludlow”.
En:
http://www.lycaeum.org/~sputnik/Ludlow/THE/Biography/biography.html
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