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Sobre las drogas
inteligentes y sus críticos
El presente
artículo surge como respuesta a una nota publicada en una página web
de ajedrez (leer
aquí la nota), en la que se exponen algunos de las prejuicios
comúnmente oídos en los medios de comunicación sobre las drogas
inteligentes y las sustancias psicoactivas en general.
No
suelo creer necesario contestar las opiniones contrarias a la mía en
materia de suplementación intelectual -a pesar de que son muchas las
expresadas en diversos medios- porque es seguro que nunca llegaré a
cambiar todo el conjunto de creencias y prejuicios de quienes las
emiten, y que tienen su base en una cultura impregnada de cristianismo,
aunque quienes las defienden no llegan a darse cuenta de ello, ya que
recibieron esas opiniones de manera inconsciente, en el proceso de
socialización de familia, escuela y entorno. Sin embargo, me parece
obligado responder a las alusiones hacia mí expresadas en Ajedrez
Recreativo porque se me nombra de forma explícita.
Para empezar, el
articulista se limita a citar uno de mis artículos, el que describe las
sustancias más útiles según Morgentaler, uno de los autores que
iniciaron el movimiento smart drugs en USA. Que sean las mejores
según este autor no quiere decir que yo lo comparta. Por otro lado, en
el escrito al que se refiere el Sr. Mastroianni no me dediqué a
argumentar en favor de la utilidad de la suplementación a nivel
intelectual, lo cual sí hago en algunas de las otras páginas de la web
www.drogasinteligentes.com. A ellas debería haber acudido el
articulista en busca de pruebas, y no criticar en base a un solo artículo
en el que, evidentemente, no se contienen todas mis tesis al respecto.
No soy amigo de polémicas,
pero creo que este tipo de críticas, fundadas o no, hacia lo que uno
defiende es a veces útil, porque sirve para definir algunos puntos que
pueden quedar poco claros a algunas personas.
Por un lado, me temo
que el articulista utiliza la palabra "droga" tal como nos la
presentan nuestros gobiernos y los medios de comunicación cercanos a
ellos, algo que me parece lamentable. La campaña contra las sustancias
psicoactivas iniciada por el gobierno norteamericano hace ya un siglo y
aceptada por los demás estados como una muestra más de sumisión al
imperio, ha llegado al extremo de modificar el sentido de nuestro
lenguaje. "Droga" es hoy día una palabra fea para la mayoría,
gracias a este tipo de campañas, cuando en realidad nunca antes tuvo
este significado peyorativo. Por eso, incluso desde lo más básico, que
es el uso de los términos, me da la impresión de que el articulista se
deja llevar por las opiniones comunes, sin reflexionar en profundidad
sobre el tema.
No quiero pronunciarme
sobre si los ajedrecistas consumen o no "doping". Antes habría
que saber qué significa esta palabra. Estoy seguro de que si se
controlara realmente el consumo de alcohol, una de las sustancias
incluidas en los reglamentos de dopaje, habría algún que otro
positivo. Pero esto no importa ahora. De lo que se trata en este momento
es de si tomar cierto tipo de suplementos ayuda o no a la mejora del
rendimiento intelectual. En este sentido, lo que el Sr. Mastroianni dice
sobre que "no se puede mantener la concentración y estar
despabilados en una sección de partida de torneo cuando son cuatro
horas de juego o mas, y no hay garantía alguna de manejar
inteligentemente todos los factores que afectan a una partida, desde los
externos y ni que hablar de los internos, estado de animo, combatividad,
poder de atención, autoconfianza, etc.., el factor emocional pesa
bastante, se necesita mucha paz para razonar bien" es en parte
cierto, porque no es suficiente estimularse para poder jugar bien, sino
que hay muchos otros factores en juego, y en algunos momentos de la
partida la estimulación sería contraproducente. Lo que no es cierto es
que no se pueda permanecer estimulado durante cuatro o cinco horas,
porque de hecho se puede lograr utilizando algún estimulante de
liberación sostenida. Sin embargo, creo que nunca he defendido tal tipo
de prácticas como algo útil para el ajedrez. Cuando he hablado de
estimulantes, me he limitado a describir sus efectos, sin recomendarlos
para este deporte.
Y ahora ya llegamos al
punto importante, al centro de la cuestión, cuando se afirma que
"no hay evidencia que se pueda progresar o ganar una partida por
consumir alguna sustancia", que "la inteligencia no
viene en pastillas", y que "si no estudias ajedrez estás
frito". El articulista añade que yo no aporto pruebas
científicas para apoyar mi tesis de que la suplementación puede ser útil
a nivel cerebral. Perdonen que me exprese de forma tan rotunda, pero
debo decir que para apoyar mis teorías hay pruebas científicas, aparte
de evidencias del día a día y prácticas habituales de los
ajedrecistas.
1. Pruebas científicas.
Desde hace cinco décadas se viene experimentado con psicofármacos para
todo tipo de problemas psiquiátricos (depresión, ansiedad, fobias,
psicosis, neurosis en general). Los psicofármacos (antidepresivos,
ansiolíticos, neurolépticos, etc) modifican el estado de ánimo, tanto
de enfermos como de personas sanas, punto comprobado y demostrado. Esa
modificación del estado de ánimo incluye variaciones en la forma de
percibir la realidad, en la capacidad de aprender, retener y recordar
información, en la velocidad de pensamiento, en la capacidad de tomar
decisiones, en la atención y la concentración, etc. Esa modificación
puede ser perjudicial o beneficiosa. Lo que digo no implica que yo
defienda el consumo de estas sustancias; simplemente describo hechos
reales: que nuestras facultades intelectuales (inteligencia, memoria,
concentración, atención, etc) y las propias de la voluntad con ellas
relacionadas (capacidad de tomar decisiones, agresividad, etc) dependen
de procesos de neurotransmisión que tienen lugar en el cerebro, de
intercambios de sustancias químicas a nivel neuronal. Entonces, una
alteración en esta neurotransmisión química conlleva una modificación
al nivel que nosotros podemos notar subjetivamente (inteligencia,
concentración, memoria). Asimismo, los suplementos que pueden actuar
sobre la neurotransmisión -sin ser psicofármacos- también pueden
modificar nuestros procesos y facultades cognitivas.
Esto que describo son
los hechos, confirmados y contrastados por las neurociencias y a
disposición de todos en libros, revistas y páginas web que tengan
relación con ellas. Basta con informarse para dejar a un lado esas
creencias y prejuicios que nos quieren hacer creer que nuestra mente no
tiene nada que ver con estos procesos químicos. Es posible que me esté
inclinando por el materialismo filosófico, pero las evidencias de estos
últimos cincuenta años de desarrollo científico a ello apuntan.
2. Experiencias
cotidianas. Que una sustancia
puede modificar nuestro estado de ánimo, concentración, velocidad de
pensamiento, etc, es algo que todos sentimos día a día. Muchos, cuando
se sienten desmotivados, toman un café (cafeína, una sustancia
estimulante y restringida por el reglamento de control de dopaje), un
refresco de cola (también con cafeína), algo de chocolate (con
teobromina, un estimulante), fuman un cigarrillo (nicotina, una
sustancia que se une a los receptores nicotínicos de nuestro cerebro,
estimulando ciertos procesos cognitivos), o beben una copa de vino,
cerveza o licor (alcohol, sustancia depresora del sistema nervioso
central, con efectos iniciales diversos que incluyen desinhibición, y
controlada por el reglamento del dopaje). Vuelvo a repetir que no tengo
por qué compartir tales prácticas, sino que me limito a indicarlas
como ejemplos de que hay sustancias que influyen en nuestros procesos de
pensamiento.
3. Al nivel de práctica
ajedrecística, es aplicable lo
afirmado en el segundo punto. Son muchos los ajedrecistas que toman café,
té o refrescos de cola, fuman cigarrillos, beben alcohol o comen
chocolate con el objetivo de motivarse para la partida.
Sobre si otro tipo de
sustancias funcionan -las de venta en farmacias y establecimientos de
dietética, lo que la mayoría suelen denominar "doping", sin
distinguir entre suplementos vitamínicos, nootrópicos, minerales,
aminoácidos...- es lógico suponer que, si tienen propiedades similares
a los psicofármacos o a las sustancias de uso cotidiano citadas,
entonces tendrán efectos parecidos.
Creo que resulta
evidente que de hecho hay sustancias capaces de modificar nuestras
facultades cognitivas. Afirmar lo contrario sería negar una gran
cantidad de evidencias, científicas y de experiencia cotidiana. Que un
gran maestro diga que no se puede mejorar tomando ningún tipo de
suplemento, que un maestro internacional ponga el énfasis en el
estudio, y que una psicóloga niegue las virtudes de una sustancia química,
me parece poco significativo. En todos los casos, cada uno insistirá en
que su especialidad es la única importante: los maestros en que lo
decisivo es el aprendizaje; el psicólogo, los procesos cognitivos, su
objeto de estudio, prescindiendo de su base cerebral y neuroquímica,
objeto de estudio de sus rivales a la hora de captar clientes, los
neuropsiquiatras.
Otra cosa distinta es
que la alteración de nuestros procesos de pensamiento, conducta y
estado de ánimo nos permitan jugar mejor al ajedrez. Ingerir una
pastilla no tiene nada que ver con la adquisición de conocimientos. La
habilidad ajedrecística implica estudio teórico, práctica y una serie
de facultades relacionadas con el carácter y las capacidades
intelectuales de cada persona. Consumir una u otra sustancia no hará
nada por mejorar los dos primeros puntos referidos, pero sí por el
tercero. Por otra parte, todos sabemos que, antes de iniciar su proceso
de perfeccionamiento, ya hay ajedrecistas novicios mejores y peores, por
las diferencias de carácter y de capacidades. De igual forma, hay
jugadores de nivel intermedio que estudian mucho y progresan poco,
jugadores expertos que por mucho que se esfuerzan y estudian nunca
llegan a la maestría, y maestros que rara vez leen un libro o una
revista, y que sólo se dedican a jugar y extraer sus enseñanzas de la
práctica. Así, dejando a un lado las facultades innatas y de tipo genético
que difícilmente podremos cambiar, pero que de hecho existen y marcan
diferencias, parece claro que no es sólo el estudio lo que lleva a
mejorar. En los aspectos que se refieren a las capacidades intelectuales
y al estado de ánimo, y que influyen decisivamente en el nivel de juego
(velocidad de pensamiento, capacidad de retener información, posiciones
y experiencias, capacidad de recordar lo aprendido, capacidad de
abstracción, disposición de aceptar riesgos calculados, capacidad de
concentración, etc) el uso de drogas inteligentes -sin efectos
adversos, porque también pensamos, igual que el Sr. Mastroianni, que lo
más importante es la buena salud- puede ser muy útil, al ajedrecista y
a todas las personas, aunque no jueguen al ajedrez, interesadas en
mejorar su rendimiento intelectual.
No sé si con lo que he
expuesto he aclarado todas las dudas que se pueden tener sobre este
tema. Supongo que caben nuevas objeciones a mis tesis, y les agradezco
que me las hagan llegar, para beneficio de todos. Para terminar, y
haciendo alusión al título de la nota del Sr. Mastroianni, diré que
la suplementación sirve, que no tiene nada que ver con lo que el común
de las personas atribuye a las drogas -aunque me temo que todo esto sea
en su mayoría un invento- y que es necesario superar los prejuicios y
malentendidos que aún hay sobre este tema con información no
manipulada.
Juan Carlos Ruiz Franco
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