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Algunos consejos para la dieta
¡No se asusten cuando
hablamos de dieta! No
pretendemos que se pongan a régimen para perder peso. Sólo vamos a
hablar sobre qué alimentos se deben comer y cómo deben repartirse a lo
largo del día.
Los alimentos se
componen de tres tipos de macronutrientes (los que aparecen en un
alto porcentaje, frente a los micronutrientes, presentes en
cantidades reducidas, como por ejemplo las vitaminas y los minerales).
Son las proteínas, los carbohidratos y las grasas.
Dejamos a un
lado el agua, que, aunque necesaria, no contiene calorías; no es
cierto que engorde, por mucho que se empeñen algunas personas. Lo
cierto es que hay
que beber más de la que bebemos, y si algunas personas notan que se
hinchan es porque están reteniendo líquidos por un
excesivo consumo de sal o por algún problema metabólico.
Para
redondear, diremos que cada gramo de proteína o de carbohidrato
contiene cuatro calorías. También redondeando, cada gramo de
grasa contiene nueve calorías. La función de carbohidratos y
grasas es fundamentalmente energética: aportar al organismo la
energía necesaria para su buen funcionamiento. La función de las proteínas
es plástica: construir y regenerar tejidos. Por supuesto,
estamos generalizando: un exceso de carbohidratos o de grasas pasa a
formar parte del organismo en forma de tejido adiposo (obesidad), y las proteínas no aprovechadas para los propósitos de regeneración
pueden ser convertidas en energía -mediante un complicado proceso
que las convierte en glucosa a través del aminoácido alanina- e
incluso acumularse como grasa si esa glucosa no es utilizada.
Siempre digo que no
hay que ser dogmático en materia de nutrición, porque lo que se afirma
puede verse refutado en poco tiempo. Por eso me limito a decir que parece ser
que el reparto óptimo de principios alimenticios de modo que
controlemos la liberación de las hormonas antagónicas insulina y
glucagón debería ser de un 40% de la ingesta
total de calorías para los carbohidratos, un 30% para las proteínas y
un 30% para las grasas, tal como expone el doctor Barry Sears en su Dieta
Zona. La insulina almacena glucosa en los depósitos de glucógeno
del hígado y los músculos, grasa en el tejido adiposo y lleva los
aminoácidos hacia los tejidos que deben ser reparados; el glucagón
hace liberar glucosa de los depósitos corporales cuando el organismo se
ve privado de comida.
Controlar el exceso de secreción de insulina
-la causa de muchos problemas de salud del hombre moderno-
permite evitar la obesidad, gozar de un estado de energía continuada y
mantener unas buenas facultades intelectuales. Para nuestro propósito,
que es el mejorar el rendimiento de nuestro cerebro mediante la
nutrición, este reparto de nutrientes facilita una suficiente producción
de neurotransmisores en el momento en que hacen falta (dopamina,
noradrenalina y acetilcolina durante la actividad; serotonina para mantener un adecuado equilibrio
emocional) y unos niveles
estables de glucosa en sangre. Ya hemos dicho que, ante una bajada
del azúcar en sangre, el organismo segrega glucagón para verter
glucosa en el torrente sanguíneo y poder así seguir nutriendo los órganos
más importantes, como el cerebro. Sin embargo, es más recomendable que
no se tenga que poner en funcionamiento este mecanismo, porque estaríamos forzando
la máquina y pidiendo que, tras un exceso en la comida anterior,
nuestro cuerpo haga desaparecer toda la insulina que le hemos obligado a
producir y que segregue glucagón porque ahora necesitamos que nos
llegue glucosa al cerebro. Mejor hubiera sido no provocar esa absorción
tan rápida de la glucosa con la comida anterior manteniendo la insulina
en niveles más o menos normales. Además, todo estado
interpretado por el cuerpo como privación de alimentos va acompañado
por la secreción del nefasto cortisol, la hormona que degrada
nuestros tejidos para convertirlos en glucosa y que dificulta la
actividad intelectual. Incluso hay estudios que sugieren que una de las causas
de la aparición del Alzheimer es una vida estresante con una producción elevada
de cortisol.
Información
sobre nutrientes (alimentos, vitaminas, minerales) y fármacos para
mejorar el rendimiento intelectual:
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de información inédita sobre drogas inteligentes
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