|
Ajedrez y
dopaje. Los controles anti-doping en la Olimpiada de Bled
Artículo publicado en
la revista de ajedrez "Peón de Rey" (http://www.peonderey.com),
en febrero-marzo 2003 y en el boletín del portal de ajedrez Hechiceros
del tablero (http://www.hechiceros.net)
Libro
Pioneros de la coca y la cocaína
"Drogas en el ajedrez. La Federación
Internacional busca en la orina de los profesionales del tablero el
posible uso de sustancias prohibidas". Así podría rezar un
titular de la prensa sensacionalista si tratara el polémico asunto de
la implantación de los controles anti-dopaje por parte de la FIDE
(Federación Internacional de Ajedrez). Ciertamente, el tema tiene mucho
de extraño, al menos a primera vista.
“¿Ajedrecistas dopándose? ¿A quién se le
ha ocurrido idea tan absurda? ¿Para qué se iba a dopar un ajedrecista
si su deporte no es físico, sino mental? ¿De qué serviría tomar
cualquiera de estos productos: anfetaminas, efedrina, anabolizantes,
betabloqueantes, narcóticos? ¿Por qué la FIDE ha tomado esta medida?”
Son las cuestiones que se plantean casi todos los que tienen alguna
relación con nuestro juego, aficionados y profesionales. Es de suponer
que los lectores están interesados en el tema: unos porque les afecta,
por ser ajedrecistas de competición; otros, porque han leído sobre él
en los medios y desean más información sobre asunto tan extraño; la
mayoría, porque quiere conocer la explicación de todo este entramado y
saber si realmente tiene razón de ser.
Lo más lógico sería comenzar definiendo los
términos utilizados. Sin embargo, aquí empiezan los problemas, porque
los vocablos "droga" y "dopaje" (traducción del
inglés "doping") presentan sentidos tan confusos que los
mismos estudiosos de la lengua no conocen con exactitud el origen del
primero, factor que contribuye a la confusión. La palabra
"droga" es definida por el Diccionario de la Real Academia de
la Lengua Española como:
1. Sustancia mineral, vegetal o animal, que
se emplea en la medicina, en la industria o en las bellas artes. 2.
Sustancia o preparado medicamentoso de efecto estimulante, deprimente,
narcótico o alucinógeno. 3. Medicamento.
Es evidente que el significado real va mucho
más allá de ese término que suele ser utilizado tan sólo
peyorativamente por parte de dirigentes políticos y medios de
comunicación a su servicio. Por otro lado, "dope", término
inglés del que se derivan "doping" y la traducción
castellana "dopaje", tiene en principio un sentido similar,
pero suele limitarse a designar las sustancias consumidas para aumentar
el rendimiento deportivo, frente al uso lúdico y recreacional de las
drogas.
Para que la
exposición sea más clara, dividiremos el material en los siguientes
apartados: 1. Los hechos 2.
Los aspectos del problema 3.
Conclusiones y discusión abierta.
1.
Los hechos
La Federación
Internacional de Ajedrez (FIDE), acatando las leyes del Comité Olímpico
Internacional (COI), y para conseguir la inclusión del ajedrez en los
Juegos Olímpicos, ha ordenado practicar controles anti-dopaje en todos
las competiciones internacionales y en todos los campeonatos nacionales.
De este modo, la reciente 35ª Olimpiada de Ajedrez, celebrada en Bled
(Eslovenia), entre los días 25 de octubre y 11 de noviembre del 2002,
fue testigo de cómo la FIDE obligó a los participantes a someterse a
pruebas iguales a las que se realizan en otros deportes, analizando su
orina en busca de sustancias prohibidas, tal como establece el
reglamento del COI. Todos los jugadores debieron cumplimentar y firmar
un formulario en el que, junto a sus datos personales, declaraban que
tenían conocimiento de las regulaciones anti-doping, las entendían y
acataban, que aseguraban no estar utilizando ninguna sustancia prohibida
y que aceptaban someterse a los controles, así como las posibles
sanciones. En la página web http://www.fide.com podía leerse y
descargarse este documento, y en http://www.sport-dc.com/medcom
la comisión médica de la federación ofrecía información útil sobre
el tema. La Olimpiada de Ajedrez de Bled también tenía su propia página
web: http://www.35chessolympiad.com
Ante
este hecho, un grupo de profesionales dirigió un escrito a Kirsan
Ilyumzhinov, presidente de
la FIDE, que fue publicado en el sitio web del GM Alexander Baburin (http://www.gmsquare.com).
La carta iba firmada por el mismo Baburin, Jonathan Speelman, Loek van
Wely, John Nunn, Miguel Illescas
y Boris Gelfand, entre
otras personalidades del mundo del ajedrez. Su propósito era solicitar
que no se practicaran los controles, alegando varias razones:
1. Los
participantes en la Olimpiada tenían que firmar un contrato para poder
jugar: un documento de carácter médico-legal difícilmente inteligible
para una persona media. No obstante,
la sanción sería de 100.000 dólares en caso de resultar
positivo en un análisis.
2. La lista
de sustancias prohibidas es muy larga y la mayoría de los equipos no
tenía un médico experto.
3. La
reglamentación fue pensada para atletas de otros deportes, en los que
los ingresos son muy elevados. En cambio, la mayoría de los jugadores
de esta Olimpiada de Ajedrez no recibían ningún pago por su
participación.
4. Nadie ha
probado que una sustancia pueda ayudar a jugar mejor al ajedrez. Sin
embargo, la FIDE aplica regulaciones elaboradas para otros deportes,
aunque no se sepa cuándo el ajedrez será incluido en los Juegos Olímpicos.
5.
La Agencia Mundial Anti-Dopaje (WADA) ha establecido un tipo de
sanciones más suaves, pero la FIDE se atiene a la reglamentación
antigua y amenaza con multas de 100.000 dólares.
Hasta aquí
los hechos: el establecimiento de un control anti-dopaje por parte de la
FIDE, la protesta de un importante sector de los ajedrecistas
profesionales y la incomprensión general. Pasemos a analizar el
problema, punto por punto.
2.
Los aspectos del problema
2.1. Aspectos
legales
La FIDE
quiere que el ajedrez sea aceptado plenamente por el COI e incluido en
los Juegos Olímpicos. Ésta parece ser la única razón para establecer
controles antidopaje, porque nadie cree que a los federativos les
interese si un ajedrecista toma tal o cual sustancia, sino que, haciendo
gala de un marcado pragmatismo, se han limitado a implantar una medida médico-burocrática
que se exige a todo deporte olímpico. Es decir, estamos ante una decisión
de carácter exclusivamente práctico: cumplir los requisitos necesarios
para que el ajedrez sea deporte reconocido. Es posible que nos beneficiáramos
con su integración en las Olimpiadas, pero no parece que el COI vaya a
incluir nuestro deporte a corto ni medio plazo. Por ello, las medidas
habrían servido de poco para los propósitos de la FIDE, además de
estar perjudicando seriamente a sus jugadores.
Este tipo de
controles se realizan en todos los deportes, pero uno de los problemas
iniciales consiste en definir qué debe ser considerado dopaje y qué
no. Quizás el criterio más lógico sería llamar dopante a toda
sustancia potencialmente peligrosa para la salud. Sin embargo,
este no es el criterio seguido, porque dentro de la lista hay productos
con escaso potencial de daño, mientras existen otros realmente nocivos
que no están en ella, como el tabaco, la droga que más problemas de
salud crea con diferencia.
Un segundo
criterio, desde cierta perspectiva ética, sería prohibir todo aquello
que pueda mejorar la ejecución del deportista, procurando que nadie
incremente artificialmente su rendimiento y capacidades.
Ciertamente, la mayoría de las sustancias prohibidas puede afectar en
este aspecto, algunas para bien y otras para mal. Pero, volviendo a lo
anterior, el tabaco también tiene un efecto estimulante sobre el
organismo y no está prohibido. La nicotina ejerce una acción física
sobre ciertos receptores cerebrales, estimulándolos, produciendo una
activación general del organismo y un incremento artificial del
rendimiento.
Un
tercer criterio sería prohibir todos los suplementos y fármacos con mala
prensa o mal vistos. Ocurriría así como con el problema de la
droga en la sociedad: que los criterios políticos se imponen sobre los
médico-farmacológicos. De este modo, se prohíben todos los productos
cuya comercialización escapa al control del estado y los que se
utilizan con propósitos distintos a los que fueron creados, desviándose
de los preceptos de la medicina oficial. Y así, tanto en lo que
respecta a las drogas como al dopaje, primero los dirigentes prohíben y
luego los médicos controlan y dan argumentos para justificar la
prohibición, sin más criterio que el político-económico.
Lamentablemente, así se decide de hecho qué es droga prohibida y qué
no, y qué practicas constituyen dopaje y cuáles no.
El comité
olimpico, siguiendo el estilo de las autoridades anti-droga, resuelve
las dificultades terminológicas de un plumazo y establece que el doping
consiste en: 1. La admistración de sustancias pertenecientes a los
tipos prohibidos de agentes farmacológicos y/o 2. El uso de varios métodos
prohibidos. Con ello se evita de raíz la discusión de qué debe
ser definido como dopaje y se declara como tal lo considerado prohibido
por los organismos oficiales del deporte, a su vez al servicio de
gobiernos y agencias anti-droga. No importa que en la lista haya
productos más suaves y más fuertes, ni que existan otras sustancias no
incluidas que de hecho resultan más peligrosas.
Volviendo a
los controles antidopaje, ¿sirven de algo en el deporte? La respuesta
es sí y no; depende de cómo se mire. Sirven para hacer ver a la opinión
pública y a los gobiernos que el deporte está libre de drogas
siguiendo el argumento: "nosotros controlamos, mediante pruebas
científicamente establecidas, si los deportistas toman o no sustancias
prohibidas, y castigamos con sanciones, incluso con la suspensión
definitiva, a los que dan positivo; por tanto, somos legales, merecemos
todo el reconocimiento de la opinión pública y de los gobiernos, y
conseguimos que el deporte esté limpio de drogas".
Pronto surgen
objeciones a la anterior argumentación: los métodos de dopaje van
mucho más allá de la lista de sustancias controladas, que sólo de vez
en cuando se amplía para incorporar suplementos que las autoridades
deportivas saben que se están utilizando. Además, hay productos y prácticas
que permiten presentar una orina limpia de todo rastro y otros que son
difíciles de detectar con los métodos actuales.
En realidad,
los controles antidopaje están sólo al servicio de la hipocresía de
querer mostrar un deporte limpio, mientras los que están dentro del
juego saben que no es así y que es imposible el nivel actual de
competición y de marcas sin el uso de drogas. Los organismos estatales
también lo saben, pero lo callan y aceptan lo que los oficiales
deportivos les presentan. La opinión pública a veces lo sospecha, pero
se le recuerda que se realizan controles y se le ofrecen como chivos
expiatorios los deportistas cogidos en un desliz o de los que se saca a
la luz sus prácticas ilegales por ser políticamente incorrectos.
Sancionándolos, se sigue cumpliendo el objetivo de mostrar un deporte
limpio de drogas en el que los tramposos que faltan a las reglas son
severamente castigados.
2.2 Aspectos éticos
El tema de la
libertad individual está presente en el asunto que tratamos, ya que es
de sentido común que cualquier persona pueda elegir libremente lo que
desea introducir en su cuerpo, siempre que no perjudique a un tercero.
Cada uno es dueño de sí mismo, y sólo desde fundamentalismos éticos
y religiosos se puede negar a una persona su derecho inalienable a hacer
con su vida lo que quiera y de poner fin a ella cuando así lo decida.
Ahora bien, las federaciones y comités deportivos tienen unas reglas
que obligan a cumplir a sus afiliados, y la FIDE ha mostrado su
disposición a entrar en este juego. Por ello, en caso de que la
Federación Internacional continúe con su política, los ajedrecistas
que participen en eventos con controles antidopaje no tendrán más
remedio que acatar las normas. El Derecho se impone aquí sobre la ética,
y de nada sirve la apelación a la libertad individual: si alguien
quiere entrar en el juego, debe cumplir las reglas de los que lo
organizan, aunque en su vida privada pueda actuar como desee.
Otro punto
importante, planteado por el escrito de Baburin, es que los ajedrecistas
no están suficientemente informados sobre este tipo de cuestiones. Podrían,
sin saberlo, estar tomando algo prohibido y pagar una multa elevadísima
por ello. Los jugadores de ajedrez en general, por practicar un deporte
en el que se supone sólo intervienen factores intelectuales, saben poco
sobre este tipo de prácticas y sobre las sustancias que, tomadas con
propósitos terapéuticos o recreacionales, pueden dar positivo. Por
ello, el argumento del escrito de los GMs parece correcto y justificado,
pero un lema del derecho siempre ha rezado: “La ignorancia de las
leyes no exime de su cumplimiento”. Así, la alegación de la carta de
Baburin, bien fundamentada desde una perspectiva personal e incluso ética,
no sirve de nada frente a la ley. La respuesta de los federativos es
simple: los participantes en estos eventos tienen la obligación de
estar completamente informados sobre el reglamento y todo lo que
implica, y el no conocer las reglas no sirve de excusa atenuante o
eximente.
2.3 Aspectos científico-filosóficos
"¿Cómo
alguien puede decir que una sustancia va a mejorar el juego del
ajedrecista? Nuestro deporte es mental, no fisico", argumenta la
mayoría de aficionados y profesionales de nuestro juego. En el
trasfondo de este tipo de opiniones existe la creencia de que ningún
suplemento puede mejorar las capacidades intelectuales, porque la mente
no tiene nada que ver con la química.
Se
trata de ideas basadas en una serie de prejuicios cuyo origen último es
religioso, totalmente ingenuas y erróneas desde una perspectiva
científico-filosófica, aunque respetables como creencias que son. La
postura contraria, la que defiende que un producto químico puede
alterar -para bien o para mal- las capacidades intelectuales, está más
que demostrada por la investigación médica y por la experiencia de
numerosas personas que consumen psicofármacos o drogas
inteligentes.
Ciertamente,
un ajedrecista se sienta a jugar su partida y sólo utiliza la mano para
mover las piezas y pulsar el reloj, además de pasearse por la sala de
vez en cuando; por lo demás, la única actividad es la puramente
intelectual. Sin embargo, los procesos de pensamiento son realizados por
el cerebro, un órgano que consiste de miles de millones de neuronas
interconectadas por las sinapsis, y la actividad cerebral consiste en la
neurotransmisión que tiene lugar en ellas. A su vez, los
neurotransmisores son sustancias químicas internas y sus procesos
pueden ser alterados por productos químicos introducidos en el cuerpo
desde el exterior. De esta forma, los procesos cognitivos pueden ser
modificados con suplementos de tipo muy variado, naturales y de
síntesis, vitaminas, aminoácidos, etc. Esto es un hecho demostrado;
otra cuestión es que parte del género humano lo ignore o quiera
ignorarlo en base a no se sabe qué ideas, creencias o prejuicios.
Además
de por este procedimiento, es posible influir de forma positiva sobre el
nivel de juego indirectamente, mejorando la resistencia física, el
estado del organismo y el ánimo de la persona, ya que todos estos
factores intervienen en las capacidades intelectuales del ajedrecista.
2.4
Aspectos prácticos
Pasando
a otro asunto, el problema más importante para los ajedrecistas que
participan en esos eventos es saber si esas tazas de café o esas copas
de alcohol que a veces toman pueden
dar positivo en un control, por citar algunos de los productos más
consumidos.
La
lista de sustancias controladas es larguísima; sin embargo, al ser
compartida con los deportes físicos hay muchas que no son relevantes
para el ajedrecista. Por ejemplo, los analgésicos narcóticos, los
esteroides anabolizantes o los diuréticos nunca serían de utilidad.
Por eso tratamos sólo las que tienen algún interés para nosotros.
Respecto
al café, hay que decir que la cafeína es una sustancia
restringida, no prohibida, lo que quiere decir que se permite su consumo
siempre que no se sobrepasen ciertos niveles. No llegando a una
concentración de 12 microgramos por mililitro de orina no existe
problema, resultado que no se alcanza si no se toman más de 6
miligramos por kilogramo de peso corporal. Para que sirva de orientación,
aunque simplifiquemos un poco, esa cantidad se alcanzaría con un número
de tazas de café que iría desde las dos o tres en caso de ser muy
cargado y de tratarse de granos con un contenido extremadamente alto en
cafeína, hasta las seis de lo que se considera
café normal. También habría que tener en cuenta otros
factores, como la velocidad de eliminación por los riñones. Otras
fuentes de cafeína, como las bebidas de cola y el té, contienen menos
cafeína, así que sólo se llegaría a niveles prohibidos en caso de
consumirse cantidades muy elevadas que el mismo organismo rechazaría
por excesivas, y sólo habría que tener cuidado si además se bebiera
café. El guaraná, planta estimulante consumida por algunos deportistas
y de venta en tiendas de dietética, sí podría crear problemas, por
presentar mayor concentración de cafeína que el mismo café y tomarse
en comprimidos o cápsulas, con los que entra mayor cantidad al
organismo que en infusión.
En
cuanto al alcohol, la FIDE ha declarado que no va a controlar su
consumo, ya que considera que no mejora en nada el rendimiento y sólo
puede empeorar la ejecución. Lo mismo ocurre con el cannabis y sus
derivados (marihuana, hachís, etc).
Un
tipo de productos que sí se controlan son los betabloqueantes, fármacos
que permiten conservar la calma en momentos de tensión por su acción
relajante sobre los músculos del cuerpo y del corazón.
Una
clase de sustancias que en algún momento podrían ser de utilidad, sin
por ello recomendar su consumo, son las clasificadas como estimulantes.
Sin embargo, la mayoría de ellas, como bien se ha dicho alguna vez,
producirían una excitación prejudicial para los momentos de la partida
en que se necesita más calma. Por esa razón los estimulantes clásicos,
aquellos cuya acción consiste en incrementar la producción de
adrenalina, podrían ser perjudiciales. En cambio, el amineptino y la
selegilina, que aumentan los niveles de dopamina en el cerebro, son de
interés, ya que con su toma se origina un aumento del tono vital y de
la creatividad, gracias al mencionado neurotransmisor. Los dirigentes de
las federaciones deportivas saben esto y por ello prohíben el consumo
de los dos fármacos citados.
No
hay que olvidar algo muy importante: todo aquel que siga tratamiento médico
por cualquier tipo de dolencia haría muy bien en declarar por escrito
su enfermedad y los medicamentos que toma, por si acaso están en la
lista de sustancias prohibidas. Así evitará encontrarse luego con
desagradables sorpresas.
Conclusión
Estamos
ante un asunto muy complejo, con muchos aspectos distintos sujetos a
discusión, y seguro que nos hemos dejado algo en el tintero. Lo que es
indudable es que han pasado varias semanas desde que terminó la
Olimpiada de Ajedrez, y nada sobre los controles realizados se ha hecho
público, lo cual refuerza la afirmación de que se trata sólo de una
medida de corte pragmático, con el fin de lograr el reconocimiento del
COI, sin ningún interés por parte de la FIDE, para la cual sólo
supone gastos, trámites y protestas de sus afiliados. Está por ver si
todo ello resulta beneficioso para nuestro deporte.
Personalmente,
creo muy improbable que se dé nunca un positivo, a no ser de algún
ajedrecista despistado que utilice, para alguna dolencia, un medicamento
que contenga una sustancia prohibida, sin él saberlo. Digo que es poco
probable por los motivos ya mencionados: desconocimiento general sobre
su utilidad y creencia generalizada de que los procesos de pensamiento
implicados en el juego de ajedrez tienen poco que ver con la química.
En agosto de 1999, la Federación Italiana practicó el primer control
en el Open Porto San Giorgio y descubrió el uso de efedrina o
pseudoefedrina -no me llegó a quedar claro cuál de los dos
estimulantes fue- por parte de un jugador. Después pareció demostrarse
que ocurrió por consumir una medicina que contenía esta sustancia,
incluida en numerosos preparados contra el resfriado común y contra el
asma bronquial.
Una
vez pensé que algunos de los mejores jugadores seguramente tomaban
sustancias prohibidas, por testimonios directos de personas relacionadas
con ellos, pero ahora debo confesar que no sé si los ajedrecistas de
elite utilizan dopaje farmacológico. Alguna vez se ha dicho que los
altibajos de Kasparov pueden querer decir algo. También se rumoreaba
que Karpov lo utilizaba, lo cual parece reforzado por la mala salud que
mostraba en sus años más jóvenes y su falta de resistencia física.
Es posible que alguien tome productos para aumentar el rendimiento,
prohibidos o no, naturales o no. La realidad es que resulta difícil
mantenerse fresco y en forma después de tantos días de agotadoras
partidas, con tantas horas por sesión. Este tipo de prácticas siempre
han sido silenciadas en todos los deportes y el nuestro no iba a ser una
excepción, teniendo en cuenta además el carácter poco abierto del común
de los ajedrecistas, siempre poco dispuestos a hablar de sus métodos de
preparación. De todas formas, que nadie tome este tipo de sustancias no
quiere decir que nunca nadie vaya a consumirlas, y menos que no sirvan
para nada, porque de hecho algunas funcionan muy bien y no están
prohibidas ni perjudican la salud. Precisamente nuestras investigaciones
y trabajos, reflejados en esta página web se ocupan de este asunto.
Como
pueden ver, tratamos un tema tan amplio y polémico que la discusión
está abierta. Esperamos y agradecemos sus opiniones, que no tienen por
qué coincidir con las nuestras.
Juan
Carlos Ruiz Franco
Cantidad
de información inédita sobre drogas inteligentes
|
|