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Alimentos perjudiciales para el
intelecto
Citamos ahora algunos tipos de
alimentos que no por ser comúnmente ingeridos dejan de ser nocivos para
el funcionamiento de nuestro cerebro.
1. Carbohidratos
de alto índice glucémico (dulces,
pan, pastas, chocolate y derivados, y, en general, todos los productos
ricos en glucosa y/o sacarosa).
El índice glucémico
es la velocidad con que un carbohidrato (alimento fuente de energía) se
convierte en glucosa en el torrente sanguíneo (la glucosa es el azúcar
directamente utilizable por el organismo y el combustible del cerebro). A
la glucosa se le da el valor estándard de 100. La ingestión de glucosa
pura produce una elevación brusca de su nivel en sangre, lo cual incita al
páncreas a producir una elevada cantidad de insulina para metabolizarla
(los diabéticos necesitan inyectarse la insulina para absorber ese azúcar
sanguíneo). El resultado es que poco tiempo después, dependiendo de la
sensibilidad del individuo a la glucosa, el nivel de azúcar en sangre
está más bajo de como estaba antes de la comida, con la consiguiente
sensación de cansancio, adormecimiento y bajo rendimiento. No olvidemos
que si hay poca glucosa en sangre, el cerebro lo nota rápidamente y
tiende a aletargarse.
Los
alimentos con índice glucémico cercano a 100 ejercen este efecto sobre el organismo. Entre ellos tenemos a la sacarosa
(el azúcar común de mesa, con la cual se fabrican todos los productos
dulces al paladar). Pero no es el azúcar el único malo de la película.
Hasta hace unos años se consideraba que la clasificación
fundamental de los glúcidos consistía en dividirlos en carbohidratos
simples y carbohidratos complejos. Entre los primeros están la citada
sacarosa, la fructosa y la glucosa. Los últimos son los polisacáridos,
entre los que se incluyen féculas y almidones. Se decía que estos últimos,
al estar formados por una gran cantidad de los azúcares simples y
pasaban gradualmente a la
sangre, con lo que no provocaban esa excesiva producción de insulina,
nefasta como hemos dicho. Sin embargo, la realidad es bien distinta. Hay un azúcar
simple, la fructosa, que se convierte lentamente en glucosa, y no
origina esa reacción corporal tan nociva. Su índice glucémico es de alrededor de 20. En cambio, las pastas (macarrones, spaguettis, etc) están
compuestas de polisacáridos, pero su índice glucémico ronda el valor
de 70, por lo que van a perjudicarnos de la manera en que hemos
explicado.
Los
carbohidratos de alto índice glucémico tienen aún otro efecto adverso
sobre el rendimiento intelectual. Todos nuestros
procesos cerebrales (cognitivos y emotivos) están dirigidos por unas
sustancias llamadas neurotransmisores. El organismo los produce a partir
de unos determinados aminoácidos, llamados precursores. Los aminoácidos son los componentes de las proteínas,
el principio alimenticio encargado, entre otras funciones, de aportar la
materia prima para construir y regenerar el organismo. Son alimentos
ricos en proteínas la leche, los huevos, la carne y el pescado. Los
productos vegetales también aportan proteínas (algunos en cantidades
considerables, como la soja), pero son incompletas por ser deficitarias en alguno de los aminoácidos
esenciales. Es decir, todas las proteínas vegetales
tienen una cantidad muy pequeña de alguno o varios aminoácidos
esenciales, con lo que no hay prácticamente síntesis proteica. La
solución para los vegetarianos consiste en mezclar un alimento al que le
falte un determinado aminoácido con otro que lo contenga en abundancia,
y que el primero, a su vez, supla las deficiencias del segundo. Se trata
de una tarea difícil y que requiere estar bien informado sobre la
composición de cada tipo de proteína vegetal. De lo contrario, pueden
aparecer problemas de salud y, por supuesto, bajo rendimiento
intelectual.
Paradójicamente, el
triptófano, aminoácido
precursor del neurotransmisor encargado del sueño y de la estabilidad
emocional (serotonina), no atraviesa la barrera sangre/cerebro al
ingerir proteínas, aunque esté contenido en éstas, porque siempre
llegan antes los aminoácidos precursores de los neurotransmisores
activadores (tirosina y fenilalanina) y los aminoácidos neutros. Esto
impide que el triptófano acceda al cerebro y que se eleven
significativamente nuestros niveles de serotonina. El triptófano llega
al cerebro cuando se ingiere un alimento con una cantidad prácticamente
nula de proteínas y rico en carbohidratos de alto índice glucémico.
Por eso, cuando comemos dulces, patatas, pan o pastas, si no tomamos una
cierta cantidad de proteínas, el aletargamiento será doble: por un
lado, el producido por la bajada de la glucosa sanguínea, y por otro el
provocado por el acceso del triptófano al cerebro, ahora no dificultado
por los otros aminoácidos, que va a elevar significativamente
nuestro nivel de serotonina, la cual nos va a incitar a descansar y no a
forzar el intelecto.
El índice glucémico de un carbohidrato se reduce al acompañarlo
con otro alimento, puesto que se retarda la absorción. Es difícil
calcular el índice de una comida compleja, pero lo dicho anteriormente
vale como esquema a seguir.
Me van a
permitir hacer un comentario curioso. Los famosos productos light, a los
que se les quita casi todo su contenido en grasa, pueden engordar más
que el original no desgrasado, ya que el índice glucémico se eleva al
eliminarla. Por tanto, se produce más insulina y mayor
almacenamiento en el tejido adiposo. No olvidemos que la grasa se
almacena por la acción de la insulina. Eso explica
que nuestra sociedad esté cada día más mentalizada en un bajo consumo
de grasa y, sin embargo, la obesidad vaya en aumento.
2.Exceso de
grasas en la dieta.
Los alimentos
ricos en grasa son los que más tiempo tardan en pasar del estómago al
intestino, donde son absorbidos. Requieren una digestión lenta, por
lo que se envía una gran cantidad de sangre a la zona abdominal, para
facilitar la tarea. Por tanto, va a llegar menos sangre al cerebro. Al
estar peor irrigado, su funcionamiento no va a ser óptimo. Igual que en
el apartado anterior, en lugar de pensar, tendremos ganas de
echarnos la siesta.
3.Una
dieta baja en proteínas
Los médicos
llevan décadas diciéndonos que un exceso de proteínas es perjudicial
porque satura los riñones. Se ha venido recomendando una ingestión de
aproximadamente un 15-20% de proteínas del total de calorías, incluso
en deportistas.
No vamos a tratar
aquí -porque no es el lugar apropiado
para hacerlo- cuál debería ser el reparto del total de calorías entre
proteínas, carbohidratos y grasas. Se trata de un tema muy debatido en
nutrición, aparte de que no me gusta hacer afirmaciones dogmáticas
sobre ningún tema, porque cada individuo es distinto, y lo que funciona
para uno puede no servir para otro.
Me limito a señalar que
algunos expertos recomiendan un reparto de un 40% para los
carbohidratos, un 30% para las proteínas, y un 30% para las grasas.
Entre los dietistas que defienden esta postura está Barry Sears, quien
describe en sus obras cómo de esta forma puede regularse la secreción
de insulina y de glucagón, de manera que disfrutemos de una buena salud, un
perfecto rendimiento físico e intelectual, y evitemos la obesidad y el
exceso de insulina, causas de los males del hombre moderno.
Lo
importante es consumir una cantidad suficiente de proteínas completas para
asegurarnos la producción de los neurotransmisores activadores
(dopamina y noradrenalina).
Información
sobre nutrientes (alimentos, vitaminas, minerales) y fármacos para
mejorar el rendimiento intelectual:

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